Establecer un principio rector que cambie lo que conocemos en cuanto a la administración territorial, albergue y construya un nuevo relato en las condiciones que conforman el contexto nacional respecto a la toma de decisiones, la elaboración de políticas y la concreción de proyectos de índole local, es una tarea compleja por no decir irrealizable en el corto y tal vez mediano plazo.
A pesar de todo guardo una enorme fe en el discurso y la intención de las propuestas que apelen a fortalecer lo local desde el cuerpo social, desde la energía creadora que una administración territorial dúctil e innovadora propenda generando las condiciones de desarrollo material y espiritual de los habitantes de manera uniforme.
Un proceso revolucionario y emergente de fortalecimiento de las capas marginales de una sociedad que muestra un avance y desarrollo sesgado, especializado en la centralidad, debería optar por la institución más cercana a la cotidianidad que en el caso chileno es la municipalidad para revertir esta situación.
Este organismo reconocido en la ley orgánica 18.695 se puede entender como “una corporación autónoma de derecho publico, con personalidad jurídica y patrimonio propio, cuya finalidad es satisfacer las necesidades de la comunidad local y asegurar su participación en el progreso, económico, social y cultural de las respectivas comunas (art1)1”
El artículo 4 de la misma ley señala que la capacitación, la promoción del empleo y el fomento productivo, como una función que la municipalidad podrá desarrollar de manera directa o en conjunto con otros organismos públicos.
Sin embargo en su estructura organizacional no se reconoce de manera específica una unidad dedicada de manera prioritaria al tema.
Lo que se ve en la práctica, en general es que esta unidad se encuentra dedicada a labores de asistencia a grupos vulnerables de la sociedad o a otras tareas que no tienen relación (al menos directa) con las de fomento productivo y otras asociadas.2
Los problemas actuales que deben enfrentar gran parte de los municipios a nivel nacional y que afectan el correcto funcionamiento y cumplimiento de las finalidades propuestas en su cuerpo normativo son:
· Alto nivel de endeudamiento.
· Escasez y baja calificación profesional.
· Estructura organizacional rígida.
· Escasa vinculación con servicios públicos, lo que produce descoordinaciones y duplicidades de acciones entre organismos públicos.3
En este contexto es imperante contar con una herramienta que cumpla con una serie de objetivos como los propuestos por Albuquerque.
Objetivos
a) Generar e instalar capacidades en el municipio en materia de promoción económica.
b) Generar e instalar capacidades en el municipio en materia de detección y acceso a instrumentos de fomento público y privado.
c) Generar e instalar herramientas para la obtención y análisis de información sobre la situación del territorio y su entorno.
d) Fortalecer la gestión municipal relacionada con el desarrollo económico local.
e) Apoyar el fortalecimiento de los recursos humanos existentes en el territorio.
Albuquerque (2007:3) plantea la necesidad de incorporar otras capacidades en los municipios; entre las cuales señala las siguientes:
- La atención primordial a los problemas específicos del tejido empresarial local y la elaboración de una estrategia de fomento económico local.
- El despliegue de una capacidad operativa flexible y concertada con los diferentes actores sociales territoriales, a fin de dar respuestas adecuadas a nivel local.4
Los objetivos propuestos deben ser reforzados por una elección de alcaldes y concejales que muestre un realce en el protagonismo de los sectores que componen la comuna; es decir reformular sectorialmente las promesas de campaña a través de proyectos de fomento que sean concretizados en el periodo de ejercicio.
Para llevar adelante un cambio en esta materia es necesario:
a) Aumentar los niveles de exigencia técnicos de los aspirantes a alcaldes y concejales.
b) Establecer una relación de responsabilidad entre los aspirantes a concejal y un territorio determinado de la comuna a través de un proyecto de fomento y desarrollo que involucre distintos agentes territoriales del lugar, conjuntamente al gobierno local.
c) Aumentar las atribuciones y funciones de las municipalidades en materias que guardan relación con proyectos locales de importancia regional y nacional.
d) Aumento de la inversión en recursos humanos del organismo.
e) Promoción de una política tendiente al aumento de la probidad en los actos de administración local.
La aplicación inmediata de tales preceptos es luchar como dice Sergio Boisier con una “cultura chilena que ha generado un ser colectivo de carácter triste, quejumbroso, apagado, “achicadito”, poco asertivo y abusivo del circunloquio en el hablar y profundamente dependiente del alter, del otro, que sociológicamente fue el padre –patrón de la hacienda, y después del intenso y relativamente rápido proceso de urbanización y migración rural-urbana, se transformo en el padre-Estado, llevando al mundo urbano/industrial la mentalidad del inquilino”5.
Sumado a las características psicosociales del territorio que nos resguarda, el factor recurso y gestión es otro gran escollo que el pensamiento reformista debe sanear para hacer andar la maquina emergente de la democracia geográfica.
Que la solución no se encuentre exclusivamente en el factor recurso se entiende desde la perspectiva de crecimiento sostenido que a sufrido el FNDR (fondo nacional de desarrollo regional) desde el año 1990 donde se destinaban dineros por la suma de 60.9 miles de millones de pesos hasta el 2005 donde se encumbra a los 714.4 miles de millones de pesos, radicando el problema en los destinos y la intención que poseen tales recursos en la realidad, plasmada en un tipo de administración y proyectos que en escala y fundamentos carecen de innovación y espíritu desarrollista y mas bien se avocan a resolver o cubrir necesidades.
Así es necesaria la intervención institucional de entes descentralizados desde los niveles locales del territorio, buscando a través de la gestión mancomunada del cuerpo social y un poder municipal que con mayores facultades presupuestarias y un mejor y mas eficiente plan de gestión de desarrollo abordarán los problemas, inquietudes y propuestas de la comunidad con herramientas propias de una reformulación que apunte a dar carácter, identidad, protagonismo y pro-actividad a estas instituciones que actualmente descansan en el circulo vicioso de la burocracia y el desentendimiento de los desafíos de futuro, discurso que a nivel país es entendido solo desde el polo central.
Bibliografía.
· Revista Chilena de Estudios Regionales 2009-año I numero II “Elementos para el diseño de un instrumento para el fortalecimiento municipal”; Rodrigo Candia, Pág. 139-146.
· Revista Chilena de Estudios Regionales 2009-año I numero I “Una visión critica de la política territorial de Chile”; Sergio Boisier, Pág. 82-95.
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